sábado, 20 de noviembre de 2010

SALUTON


Después de un tiempo que compre mi membrecía en los salones de opio de Londres, desde la última vez que platicamos y que muy amablemente un lector honorable me recordó el nombre de uno de mis personajes, rompo la puerta de una patada del lugar de mi encierro y salgo a tomar aire fresco. Luego de asearme y acicalarme para buscar los vestigios humanos dentro de toda esa maraña de suciedad y descuido; luego de quemar la ropa en la chimenea que unos minutos antes me acompaño por los días y noches de mi encierro voluntario, vuelvo a salir como una persona renovada para hablar de lo que nos gusta, de libros.
Este fin de semana les recomiendo uno de los cuales me sirvió en mi encierro se llama Confesiones de un Ingles comedor de Opio de Thomas de Quincey, es un libro divertido que reta la inteligencia del lector con una nube espesa de Adormidera. Deje atrás sus perjuicios sobre estas confesiones mientras un hábil escritor con su humor británico envuelve el ambiente. Les comento que este escritor no es muy conocido por muchos, pero vale la pena leerlo.
“…Al lector
Te ofrezco, amable lector, el relato de una época
notable de mi vida; confío en que, vista la aplicación
que le doy, será no sólo un relato interesante sino
también útil e instructivo en grado considerable. Con
esa esperanza lo he redactado y esa será mi disculpa
por romper la reserva delicada y honorable que, por lo
general, nos impide mostrar en público los propios errores y debilidades…”
otro párrafo que me gusto mucho fue:

“…Pasa, mi querido pintor, a algo que
esté más a tu alcance: el próximo artículo que debes
presentar soy, naturalmente, yo mismo: un retrato del
comedor de opio con el «pequeño receptáculo dorado de
la perniciosa droga» a su lado, sobre la mesa. En
cuanto al opio no tengo ninguna i objeción a verlo
retratado, aunque preferiría ver el original; puedes
pintarlo si quieres, pero te diré que ya en 1816,
hallándome tan distante del «augusto Panteón» y de
todos los boticarios (mortales y de otra especie)
ningún «pequeño» receptáculo podría bastarme. No: más
vale que pintes el verdadero recipiente, que no de oro
sino de vidrio, y lo más parecido a una garrafa de
vino. En él puedes poner un litro de láudano rojo como
el rubí; eso y un libro de metafísica alemana darán
testimonio suficiente de que me encuentro en las
inmediaciones…”

Ahora bien, dejemos un poco nuestro vicios y busquemos nuevas formas de perder el tiempo este fin de semana, les comento que por nada del mundo podría permitir que alguno de mis seguidores dejara de leer un buen libro por ver un espectáculo de la caja tonta, sin embargo como en gustos se rompen géneros y aunque el martillo castigador este cerca del verdugo ese fiel carcelero de mi encierro, les comento que hace unos días estuve viendo el estreno de la serie de Fox The Walking Dead, basada en el comic escrita por Robert Kirkman y dibujada por Tony Moore, del mismo nombre, es una serie que tiene los elementos necesarios miedo, zombies y un mundo apocalíptico, para los amantes de este genero al estilo George Romero, les tengo otra propuesta Septiembre Zombie de David Moody, es un libro bastante digerible para dejar descansar nuestro cerebro de libros mas técnicos, en ocasiones predecible, como cualquier película de terror de tipo B pero muy bueno para pasar un fin de semanas entretenido, mientras comen un gran pedazo de carne.

Luego de dejar en paz nuestros instintos de conservación, cabe mencionar recomendar de sobremanera el libro de Heinrich Harrer Siete Años en el Tibet, ya se lo que me van a decir, que han visto la película millones de veces pero la verdad les recomiendo el libro, por cierto la foto que tengo aquí, fue tomada por el mismo:


“… Al llegar a lo alto de un puerto, divisamos unos inmensos glaciares en los límites de la meseta; pero el viento que sopla tempestuosamente nos quita las ganas de prolongar la parada y nos apresuramos a descender por la otra vertiente.
Una vez más, la suerte nos favorece, pues al atardecer encontramos otra tienda ocupada por un matrimonio y sus cuatro hijos.
Por más que ya sea demasiado pequeña para la familia, no obstante nos hacen sitio junto al fuego. Todo el día siguiente lo pasamos estudiando las costumbres de esos nómadas.
Los hombres pasan el invierno sin hacer realmente nada: cortan correas, se hacen el calzado y se ocupan en pequeños trabajos domésticos. Entre tanto, las mujeres recogen boñigas de yak, llevando a la espalda al hijo más pequeñín arropado en un abrigo. Cada noche se reúne el ganado y se ordeñan los animales. En invierno, los nómadas comen carne aderezada con grasa. La harina de cebada, alimento básico de los habitantes de las llanuras y de las poblaciones rurales, no se conoce entre los pastores de las altas mesetas del Changtang…”


No es el típico libro motivacional que te enseña como ganar amigos, como amansar una inmensa fortuna o como llegar a ser admirados por muchos, odiados por otros. Es un libro que nos enseña la forma de ver la vida de otra manera, de esa misma que por el consumismo en el que vivimos nos volvemos cada vez absorto de ella, este diario (mas parece serlo) se los recomiendo bajo la sombra de un árbol, en un lugar silencioso para apreciar los paisajes que representa el libro, también en su edición al español donde lo conseguí adjuntamente tiene unas fotografías tomadas por el mismo, es uno de los mejores libros de fin de semana que yo recomiendo.
Pues bien con estas sugerencias podemos decir que inicie nuevamente este apartado que lo tenia olvidado, ya saben el opio de los libros hacen sumergirse a uno en un mundo de fascinación y belleza que muy pocas veces podemos percibirla. En estos días de meditación que me mantuve al margen de los acontecimientos mundiales les quiero mencionar que la vida cambia según el punto de vista que la observemos el mundo tiene varias particularidades que nos hacen ser por así decirlo cada día mejor en nuestra conciencia e intelecto. Fernando Sabater lo explica mejor que mi enredado lenguaje en su libro Ética para Amador. Dejemos por un lado las vicisitudes de la vida y hagamos de nuestro entorno un mejor lugar para nosotros mismos.
P.D.
Desde el lugar de la parada de bus los saludos y los espero a que tomemos la camioneta que nos lleva a ese lugar donde nos gusta leer.